drodriguez 1 octubre, 2019

Hubo discusión, ensayos, mucho cálculo y un manos a la obra. A pequeña escala, en el taller de Sistema Tecnológico, con materiales reciclables y la mirada puesta en los recursos renovables. Son 15 y resultan imparables, tanto que detrás de esa vivienda que se ilumina con el sol ya imaginan autos «verdes» o pequeñas plataformas fotovoltaicas. Tienen otras energías y en esta nota explican porqué.

De este lado del océano, en medio de la ciudad del cemento. Sin saber demasiado de la Greta Thunberg, la adolescente sueca que hoy sí conocen porque ocupa la escena internacional por su lucha ambiental, ellos emprendieron su propio desafío. A pequeña escala, dentro de las cuatro paredes del taller y sin imaginar que tres meses después tendrían frente a sus ojos el prototipo terminado, con una casa sustentable que funciona gracias a los rayos del sol. Y que tiene sello propio de esos 15 alumnos que se decidieron apostar a las energías renovables y que pretenden ir por más.

Cursan el 3º año de la Escuela de Educación Técnica Nº 2 «Luciano Fortabat» y se muestran orgullosos de poder contar cómo fueron capaces de generar otras energías en busca de un mundo mejor. Ya ganaron la etapa en su propio establecimiento y ahora probarán suerte en la siguiente fase, donde deberán competir con proyectos de Azul, Olavarría y Bolívar.

Hubo mucho tiempo invertido, análisis, cálculos matemáticos, relevamiento informativo, discusiones grupales y un intenso trabajo en equipo. «Nos pareció importante y sentimos que así se podíamos generar otra conciencia ambiental y hablar bien de la energía, que es tan importante para el mundo» a la hora de «dejar de usar energía basura y utilizar las renovables«, explica Bruno Wagner, mientras custodia esa casita «verde» que siente como propia.

Ligada al panel

Iban a hacer dos torres de departamentos iluminados a través de la energía eólica pero luego de algunos debates comprobaron que sería mejor optar por la solar. Hicieron un croquis, trazaron las medidas, ensayaron las conexiones, definieron cómo sería la distribución de los espacios y que tendría planta alta más un jardín con flores.

Después proyectaron la demanda energética y a partir de ahí la autonomía les daría un panel fotovoltaico. «Si colocás una batería ahí podemos utilizar la energía convencional y la renovable. Son 5 voltios. Cada foco es de 1 amper y el panel es de 5 amperes, por lo que tenemos que generar corriente continua para que no se quemen. Conectando los 5 focos seguidos provocamos que el panel no los queme«. El que explica es Claudio Bocca con tono de experto, desde el taller de Sistema Tecnológico.

Dicho panel recibe la energía fotovoltaica y la transmite a la casa. Es decir que «si se deja un cable conectado a la red de electricidad y el panel no llega a abastecer la totalidad de la energía que se necesita tendremos el apoyo de la red convencional para que el sistema funcione sin problemas«, señala Patricio Vargas, uno de los 15 estudiantes del ex Industrial que es parte de la iniciativa.

«Hay que parar»

Tienen un entusiasmo contagioso y sin pausas. De hecho, más allá de esa mini-vivienda de dos plantas con techo a dos aguas construida a base de materiales reciclables aseguran que «sería muy beneficioso en la ciudad pero también le serviría a la gente de la zona rural, que tiene que usar generadores para tener energía«. Lo dicen conscientes de que es necesario ser protagonistas de la transición energética.

«Yo lo haría en mi casa, aplicaría la energía solar, con varios paneles porque considero que es una forma de ahorrar. La energía convencional genera emisiones contaminantes. Hay que parar y cuidar más lo que se utiliza«, advierte Martín Jueguen.

La realidad indica que «no hay tanta conciencia» y que «falta un empujón para que esto cambie» porque «hay muchos intereses y es más barato el combustible fósil«, asumen los estudiantes que tras descubrir la fuerza de las energías renovables no paran de proyectar.

Antes de saber la nota obtenida por gestar esa casa sustentable, ya se permiten generar ideas de alto vuelo. «Podríamos hacer una planta solar con varios paneles de otros tamaños«, apuntan, con audacia.

Mientras tanto, se preguntan si no deberían imitar a sus vecinos, de Ingeniería. «Me gustaría probar con un auto solar, como hicieron en la Facultad. Lo vi en el proceso y me gustó«, dice Patricio Vargas, a pasos del complejo universitario.

«Podríamos asociarnos con gente de mecánica o de otros talleres de nuestra escuela para ayudarnos y entre todos hacer un buen proyecto«, completa Bruno Wagner, convencido de que juntos es posible llegar más lejos.

«Quedó muy linda, con la ayuda de la profe«, plantean, el día previo a ser evaluados ante la mirada de los docentes y de sus compañeros. Es martes y el sol está radiante. Ese sol por el discutieron y entrecruzaron argumentos. «Fue difícil, sí. Primero vimos qué energía íbamos utilizar, si eólica o solar. Optamos por la solar porque teníamos acceso a los paneles, y la idea era economizar«, reconoce Claudio Bocca, tras explicar que sobraban ganas pero no recursos.

«El papá de Claudio nos ayudó bastante porque vende paneles solares y nos ubicó dónde estábamos parados y qué teníamos que hacer para que funcionara sin que se nos complicara demasiado«, cuentan, agradecidos.

El orgullo de hacer

La apuesta comenzó en mayo y pensaron que no llegarían con los tiempos exigidos por la materia. Pero lo lograron y «nos sentimos muy orgullosos. Lo hicimos en grupo, nos ayudamos y lo hicimos nosotros que es lo más importante. La meta personal está, lo hicimos y es un orgullo. Ese es el principal premio«, sintetiza Bruno Wagner.

«Estoy feliz, les veo las caritas y con eso me conformo. Los escucho y es muy gratificante. Siento que es misión cumplida«, dice Sara Petrucelli, «la profe» que tendrá que calificar lo que ya de antemano está más que aprobado: el trabajo en equipo y el compromiso de los estudiantes, que se conjugó con el desarrollo sustentable y las ganas de proyectar. El profesor Jonathan Bax también aportó su granito de arena y los guió en la instalación del panel solar.

«Nos pone felices» y «ojalá logremos algo con este proyecto para concientizar a la gente de que la energía solar puede revolucionar al mundo«, exponen los cuatro estudiantes sobre el final de la nota. Con énfasis en el cuidado ambiental, preocupados por la salud del planeta y no tan lejos de esa adolescente sueca que cautivó en la Cumbre del Clima de la ONU al acusar a los líderes mundiales por el desmanejo de sus políticas en torno del calentamiento global. Desde acá, y como ella, también hay jóvenes dispuestos a ocupar la cabeza y sus energías por un mañana mejor.

 

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