Cambiaron los materiales y le dieron mayor flexibilidad.
Pasó menos de un año desde esa primera prótesis de mano que los innovadores Gino Tubaro y Rodrigo Pérez Weiss imprimieron en 3D para Felipe Miranda, un chico de once años. Hoy, ya están haciendo las primeras pruebas de una nueva versión de prótesis mecánica con un diseño propio hiperrealista, basado en el escaneo de la mano del paciente, con movimientos bioidénticos, más flexible y hasta sumergible. Y no sólo eso: su producción sigue costando alrededor de unos 2000 pesos, frente a los 40.000 dólares que suelen pagarse.
«A nuestro criterio y el de muchos, es lo más avanzado en impresión 3D relacionado con prótesis en el mundo. Es innovador porque nadie hizo una prótesis impresa en 3D casi idéntica a la otra mano«, dice Gino Tubaro, investigador de sólo 19 años.
Desde ese primer experimento, mientras siguieron trabajando en nuevas versiones, los creadores pudieron apreciar la dimensión real del impacto de su invento: al menos 500 casos de todo el país se presentaron ante ellos con el deseo y la ilusión de poder conseguir su propia prótesis a este precio tan accesible.
El crowdfunding no funcionó: lo intentaron como método para financiar una mayor cantidad de prótesis, pero con lo juntado pudieron desarrollar sólo la de un chico, Edu. Mientras, trabajaron caso por caso y siempre bajando los tiempos de producción: primero a seis meses, luego a tres semanas.
En octubre pasado, Rodrigo Pérez Weiss gestionó el apoyo del INTI y el programa Argentina en 3D a través de la Jefatura de Gabinete nacional. Además, se sumaron tres personas al equipo: Gastón Corti, Francisco Gerardi y Nicolás Candiano, para llegar a esta nueva versión de prótesis.
Tubaro detalla el proceso. Primero se escanea la mano del paciente que no está amputada. Entonces, con el calco de la mano en 3D, se apoya una sobre la otra para procurar que la mano real se parezca lo máximo posible a la prótesis que hará las veces de un guante sobre el muñón. «Después la podés mojar, es flexible, sin tornillos. Es única en todas las características que tiene«, agrega.
Estética y funcional. Ésas fueron las dos ideas principales en las que se focalizaron para llegar a esta versión. La cuestión estética llegó por la sinceridad de una de las pacientes. Una chica que respecto de la primera versión que crearon les dijo: «Está buena, los felicito, pero no me gusta«. La respuesta fue el cambio de material: de un derivado del petróleo de aspecto robótico a uno biodegradable y flexible más similar a la piel.
En cuanto a lo funcional, lograron que la prótesis tuviera el efecto pinza, es decir que permitiera sujetar una botella, papeles o lo que fuera necesario.
Ahora es momento de pruebas en el 3D Fav Lab de Palermo. Ahí los chicos se familiarizarán con la prótesis. Un invento argentino que tendrá licencia abierta para beneficio de todos.