drodriguez 23 junio, 2025

En cuanto al origen de la iniciativa, la docente, Vivian Dávila, expresó: “Cuando los chicos salíamos a los campos a realizar visitas y las pasantías, por ahí se veía el desecho que quedaba de los restos de los silobolsas”.

El proyecto Agrodex, liderado por estudiantes y docentes de la Escuela Técnica Nº 301 Mariano Moreno de Santa Fe, se convirtió en un ejemplo de innovación sustentable al transformar silobolsas en desuso en indumentaria de trabajo. Ante este panorama, este medio se puso en contacto con Vivian Dávila, docente a cargo de las prácticas profesionales.

Cuando los chicos salíamos a los campos a realizar visitas y las pasantías, por ahí se veía el desecho que quedaba de los restos de los silobolsas”, relató Vivian Dávila. Luego, manifestó que a esto se sumó un invierno lluvioso que complicó las tareas rurales: “Nos mojábamos cuando llovía y ahí surgió decir nos atamos, nos ponemos un pedazo de silobolsa y ahí nos salió la idea de confeccionarnos capas”.

Cómo inició el proyecto

En otra instancia, detalló cómo se inició la producción: “Empezamos a cortar y bueno, consultamos con una modista que nos enseñara el tema de hacer los moldes y demás. E hicimos un prototipo y así fue como participamos en Agro Makers y ganamos en el año 2023”.

A partir de ese primer reconocimiento, Dávila planteó que el proyecto tomó impulso. “Un día estábamos de faena y necesitábamos delantales que sean impermeables y los presentamos al otro año como proyecto final”, contó. Asimismo, resaltó que la idea despertó interés inmediato: “Nos encargaron desde acá, desde el pueblo, en las carnicerías, en unos tambos. Hacíamos de a 10, 15, o sea, poquitos íbamos haciendo y vendiendo”.

El primer encargo

Por otra parte, mencionó que el punto de quiebre llegó con una propuesta concreta: “Una empresa de Rojas nos contacta pidiéndonos si no les podíamos confeccionar 2.000 delantales”. Ante la presentación del desafío, consultaron a los estudiantes: “Vimos si estaban de acuerdo en que lo encaremos, y así fue. Esto fue involucrar a gran parte de la comunidad educativa, hasta las chicas de asistencia escolar también nos ayudan a cortar”.

La entrevistada comentó que el crecimiento también trajo nuevos requerimientos logísticos. En un principio, “lo íbamos a recolectar nosotros, lo traíamos acá al colegio, se estiraba, se lavaban, se secaban, se recortaban los pedazos que no servían”.

 

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