drodriguez 10 junio, 2018

Aunque hay ya cientos en todo el mundo, en la capital china de la innovación están los más dinámicos y posiblemente los más conocidos: los ‘makerspaces’, los templos del emprendimiento y la creatividad tecnológica que han llevado a Shenzhen a la primera línea de la moderna economía del conocimiento.

Estos espacios unen apoyo y asesoría de alta tecnología, conexiones con industrias y proveedores, acceso a capital riesgo, respaldo legal o distribuidores, talleres para construir prototipos e incluso programas de mentores o foros en los que los propios creadores discuten ideas o se apoyan entre sí.

Allí, en persona o desde muy lejos a través de internet, jóvenes (y no tan jóvenes) con ideas originales o revolucionarias intentan dar forma a sus proyectos para nuevos productos relacionados con la tecnología, su producción y su salida a los mercados de todo el mundo.

«Ofrecemos espacios y apoyo para que los creadores conviertan sus ideas en productos o servicios«, explica a un grupo de periodistas Violet Su, ‘community manager’ de Seeed, uno de los ‘makerspaces’ más conocidos de la ciudad y cuyo nombre no es casual, pues suena igual que la pronunciación de ‘semilla’ en inglés.

«Shenzhen es el mayor espacio mundial de ‘makerspaces«, más aún que San Francisco y toda la vecina zona tecnológica de Silicon Valley, presume con orgullo Su, quien explica que tecnológicas o ‘techies’ de todo el mundo se han asentado en esta ciudad para participar en esta vibrante cultura del desarrollo y la creación tecnológicas.

Esta ciudad alberga posiblemente el mayor ejemplo de la llamada «cultura maker’, formada por expertos en tecnología que combinan el software libre con bricolaje tradicional y materiales reciclados para dar rienda suelta a su imaginación ante la enorme demanda global acogida de nuevos dispositivos o simplemente ‘gadgets’ llamativos.

En esta subcultura han surgido ya fenómenos globales, como Naomi Wu, una ‘maker’ de Shenzhen quien con el nombre de guerra SexyCyborg combina la tecnología y el feminismo para intentar atraer más chicas a este peculiar universo.

Shenzhen es cuna de algunas de las principales empresas chinas de tecnología líderes a nivel global, como Huawei (telecomunicaciones), Tencent (internet), BYD (baterías y vehículos eléctricos), DJI (drones) o ZTE (telefonía móvil).

Igual que otros ‘makerspaces’, Seeed no solo tiene salas de trabajo con ordenador o de reuniones, sino también un taller con máquinas como cortadores láser, sierras, tornos o impresoras 3D con las que se pueden crear prototipos para mostrar a potenciales inversores, fabricantes o proveedores de componentes.

Los creadores pueden llevar sus ideas en persona o presentarlas por correo electrónico o vídeoconferencia. El ‘espacio’ les apoya en todo lo necesario para hacer realidad su idea.

«La idea es pasar de la idea a su materialización física en unos pocos días o semanas«, recalca Su, quien muestra orgullosa unos estantes con algunos de los productos que han ayudado a crear junto a prototipos en período de gestación.

 

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